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Las políticas locales deben conectar salud y alimentación para proteger el bienestar del planeta y de las personas

Un informe, encabezado por la Red de Ciudades por la Agroecología, analiza las políticas públicas locales que afectan a la alimentación de la ciudadanía
detalle de la portada del informe

La Fundación Entretantos, junto con la Fundación Daniel y Nina Carasso, la Red de Ciudades por la Agroecología y el Ayuntamiento de Zaragoza han publicado el estudio “Salud y Derecho a la Alimentación: Bienestar, Equidad y Sostenibilidad a través de las políticas alimentarias locales”, en el que analizan cómo las políticas locales pueden mejorar la salud de las personas y el planeta.

La manera en la cual las personas se alimentan genera una dieta, dependiendo de su adecuación ésta afectará de una manera positiva o negativa a la salud. El sistema agroalimentario actual y nuestro estilo de vida genera consecuencias negativas para nuestro planeta y para nuestra salud, por lo que necesita una transformación. La mayoría de expertos coinciden en que las dietas saludables y sostenibles son las mejores, ya que integran lo que comemos y cómo lo comemos. Tanto la perspectiva de soberanía alimentaria como la de la agroecología señalan al sistema agroalimentario industrial globalizado entre las principales causas del hambre, de la pobreza y de gran parte de la crisis ecológica.

La Encuesta Nacional de Salud muestra que la malnutrición en la sociedad española está asociada a un exceso de comida, la obesidad. Los datos reflejan que la obesidad es una nueva forma de desigualdad alimentaria, afectando más a las clases sociales bajas, y siendo la forma más extendida de malnutrición en los países ricos.

A pesar de haber jurisprudencia internacional suficiente que vincula alimentación, nutrición, salud y derecho a la alimentación, los diferentes organismos no protegen eficazmente a la ciudadanía ante la malnutrición y la destrucción de la naturaleza que genera el sistema agroalimentario actual, y la literatura académica tampoco aborda con profundidad la conexión que existe entre salud pública y soberanía alimentaria en el ámbito de las políticas públicas.

En los últimos años la política agraria ha quedado muy reducida, sin un análisis de cómo afecta a la salud y la nutrición. Generalmente las áreas de salud de los ayuntamientos no están implicadas en el desarrollo de las estrategias alimentarias. Para que las políticas públicas locales tengan como objetivo que la ciudadanía tenga un alto nivel de salud, es necesario tener en cuenta varios aspectos.

  • Uno es que la alimentación, junto al ejercicio físico, son los factores que más condicionan el bienestar de las personas, siendo la salud una condición que requiere de un esfuerzo en distintos ámbitos además del agroalimentario, como en salud pública, transporte, educación… y por lo tanto requiere la coordinación de las diferentes partes, logrando planes transversales.
  • El segundo es que el  sistema agroalimentario que apoyemos influirá en el nivel de salud de las personas, por ello las medidas tienen que ir desde  la producción de los insumos agrícolas hasta el consumo final y la gestión de los residuos generados.
  • El último es que el hogar es el nexo de unión entre la producción de alimentos y su disponibilidad, y los hábitos y las prácticas alimentarias de las personas. Por lo que podemos conectar  los sistemas agroalimentarios locales, con la salud y la nutrición a través de este espacio, implementando políticas que se dirijan a los hogares.

El panel de expertos de alto nivel sobre Seguridad Alimentaria y Nutrición (HLPE) del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial, propone un marco conceptual para implementar acciones en torno a la alimentación, con un esquema similar al funcionamiento del sistema agroalimentario. El informe recoge una serie de cuadros en los que se explica cómo desde lo público se puede actuar en el funcionamiento del sistema alimentario en varios niveles/etapas.