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La inclusión de la mujer en los sistemas alimentarios supone beneficios para toda la sociedad

El Global Food Policy Report 2020 valora el papel de las mujeres en el sistema alimentario

Uno de los capítulos del informe anual del IFPRI (Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias, por sus siglas en inglés) ‘Construyendo sistemas alimentarios inclusivos’, está dedicado a ‘Mujeres: Transformando los sistemas alimentarios para el empoderamiento y la equidad’.

Las mujeres participan activamente en los sistemas alimentarios en una variedad de roles, desde la producción y el procesamiento hasta la venta minorista y el consumo, cultivan y preparan alimentos para sus familias. Pero a menudo las contribuciones de las mujeres no se reconocen formalmente y no participan en términos equitativos.  

En muchos países, las mujeres tienen menos escolaridad que los hombres, controlan menos recursos, tienen menos poder de decisión sobre los ingresos del hogar y enfrentan limitaciones de tiempo debido a su triple carga de responsabilidades productivas, domésticas y comunitarias. El género además se cruza con otras esferas de vulnerabilidad e identidad, como etnia, edad o pobreza, dificultando su situación.

Los cambios en las dietas, la transformación de los sistemas alimentarios hacia procesos de producción más eficientes y sostenibles y las cadenas de valor más largas ofrecen nuevas oportunidades y desafíos para la participación de las mujeres.

Transformar los sistemas alimentarios para la inclusión no es solo garantizar la participación de las mujeres y el acceso a los beneficios, sino también su empoderamiento para tomar decisiones estratégicas de vida. 

Es necesario que las mujeres puedan tomar decisiones y tengan acceso a recursos y activos como la tierra o el crédito, dentro de los hogares y de las comunidades. Se deben tener en cuenta las necesidades y preferencias de las mujeres para determinar ciertas cuestiones, como los derechos de propiedad, las instituciones financieras o el acceso a educación. 

Las voces de las mujeres tienen que estar presentes y ser escuchadas en las negociaciones con actores de mercado,  en los procesos relacionados con los sistemas alimentarios, en la investigación y en los contextos en los que están integrados los sistemas alimentarios, como los procesos políticos. Además la inclusión financiera requiere un enfoque transformador de género que se centre explícitamente en ampliar las oportunidades y el poder de decisión de las mujeres. 

El acceso a la información es otro factor crítico para garantizar la inclusión equitativa de las mujeres en los sistemas alimentarios, al igual que la educación y la capacitación. 

Se necesita recopilar datos relevantes sobre empoderamiento de las mujeres dentro de los sistemas alimentarios, incluidas las capacidades, motivaciones y roles en las cadenas de valor.

Las instituciones del sector privado deben desempeñar un papel importante en hacer que los sistemas alimentarios sean más inclusivos, dado que la producción, el procesamiento, el transporte, el comercio y el consumo de alimentos son impulsados por pequeñas, medianas y grandes empresas. 

La evidencia muestra que los enfoques para empoderar a las mujeres deben incluir el trabajo con hombres, tanto para prevenir la posible reacción violenta contra las ganancias de las mujeres como para garantizar que se mantengan las normas de género recientemente transformadas.

En definitiva, hay que asegurar que las contribuciones de las mujeres a los sistemas alimentarios sean reconocidas —por sus familias, comunidades, responsables políticos y la sociedad en general— y que las mujeres puedan tomar decisiones estratégicas sobre su participación en los sistemas alimentarios. La inclusión de las mujeres tiene beneficios para toda la sociedad.