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La FAO debe apoyar y tratar la agroecología como un paradigma alternativo

Un informe de la Universidad de Coventry analiza el papel que la FAO ha dado a la agroecología señalando la necesidad de que sea reforzado
portada del informe

Fortaleciendo del compromiso de la FAO con la agroecología es un informe recientemente publicado por un equipo que trabaja en transiciones de agroecología y está apoyado por el Centro de Agroecología, Agua y Resiliencia de la Universidad de Coventry y el Fondo de Agroecología.

La agroecología promueve un paradigma alternativo para la alimentación y la agricultura, en el que las personas y el planeta sean el principal foco de atención y en el que se priorice a los productores de alimentos y pueblos marginados.  Esta publicación es la primera sobre una serie de reuniones informativas que aportan asesoramiento estratégico a grupos de la sociedad civil para influir en la formulación de políticas mundiales que apoyen la agroecología. Este documento examina el proceso de agroecología dentro de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), señalando las oportunidades, los desafíos y los riesgos para la sociedad civil, los donantes, los académicos y otros agentes que trabajan para potenciar el compromiso de la FAO con la agroecología. Entre 2014 y 2018, el diálogo global de la FAO sobre agroecología reunió a más de 1.400 participantes de 170 países en seis simposios regionales, llevando el debate político mundial sobre agroecología a un nuevo nivel.

Según este informe, durante años la FAO ha estado influenciada por diferentes lobbies, incluidas las empresas y los gobiernos nacionales, que promueven una agricultura a gran escala, orientada a la exportación, centrada en la tecnología y liderada por el sector empresarial. Pero a pesar de esto, la agroecología ha conseguido desarrollarse como un enfoque alternativo que se está afianzando dentro de la FAO. Las contradicciones y deficiencias que presenta el modelo intensivo de la agricultura lo han hecho posible. 

En el año 2014 fue urgente que la FAO prestara atención a este paradigma por varias razones: estaba creciendo como una realidad bien desarrollada; empezó a haber muchos países con leyes, políticas y programas de agroecología; y una amplia alianza de actores pedían su compromiso institucional con la agroecología. Durante los años siguientes el flujo de trabajo avanzo rápidamente gracias a su apoyo y programas concretos, pero a pesar de ello la agroecología sigue sin estar arraigada en la FAO, ya que en muchos aspectos no es compatible con el enfoque de desarrollo agrícola que aún es dominante en la institución.

El Plan de Mediano Plazo 2018 – 2021 y el Programa y Presupuesto para 2018-2019 de la FAO son documentos importantes que revelan cómo la agroecología está actualmente integrada en la orientación general de la FAO, pero según este trabajo la agroecología aparece poco y es tratada más como una técnica de producción que como un paradigma alternativo. La FAO no reconoce ni apoya el papel central de la agroecología en el logro de sus objetivos y, aunque hay estrategias que la respaldan, no hay un enfoque claro de cómo hacerlo.

Además, hasta ahora la agroecología ha estado casi ausente en las estrategias y asignaciones presupuestarias de la institución. A veces la FAO usa el término "agroecología" de forma desigual y reduciéndola a un paquete técnico en lugar de apoyar el cambio social, económico, cultural, ecológico y político transformador que implica. Y en ocasiones se la percibe como un problema técnico que requiere el conocimiento de expertos externos, mientras que el conocimiento de la sociedad civil se considera un complemento.

El estudio señala que es cierto que el trabajo de la FAO ha dado visibilidad y legitimidad a la agroecología pero es necesario que aproveche las oportunidades que están surgiendo y lo proponga como un paradigma alternativo. La agroecología puede ayudar a abordar la necesidad de crear empleos y medios de vida viables en las zonas rurales de los países del Sur frente al cambio climático y, por lo tanto, reducir el riesgo de migración a otros lugares, como Europa. Tiene el potencial de lograr el derecho a la alimentación, por ello se está convirtiendo en un marco cada vez más reconocido para abordar la inseguridad alimentaria y nutricional en los gobiernos nacionales.